Muchos lo consumen por que le atribuyen grandes beneficios nutricionales, como aliado indiscutible de deportistas, para contrarrestar algunas dolencias…pero no pocos lo comemos simplemente porque es delicioso.
Además de ser un ingrediente excelente para postres o para acompañar un buen desayuno o merienda, el banano es una fruta muy fácil de consumir, que la podemos llevar con nosotros a la oficina o de paseo sin mayores contratiempos y disfrutar de su rica pulpa y ese olor dulcito que le caracteriza. No en vano es una de las frutas más populares del mundo.
Tanta popularidad implica también una alta producción. El banano es el cuarto cultivo de mayor presencia en el mercado mundial, debajo del arroz, el trigo y el maíz, con ventas que alcanzan unos $5 billones al año.
Semejante producción trae consigo grandes retos en materia ambiental y social. Si volteamos la mirada a los años 80, no nos ha de sorprender ver grandes plantaciones que arrasaron bosques, contaminaron fuentes de agua, dieron un trato inadecuado a sus trabajadores y se olvidaron del impacto que producían sobre las comunidades en donde trabajaban.
Afortunadamente las cosas han cambiado. En 1990, Rainforest Alliance empezó a trabajar con productores bananeros, desde grandes compañías transnacionales hasta pequeños agricultores locales que asumieron el reto de transformar sus prácticas de cultivo y adoptar un modelo de agricultura responsable. Ellos asumieron nuestra invitación a hacer las cosas de un modo diferente con un gran compromiso y gracias a eso hoy podemos decir con orgullo que más del 15% del banano comercializado internacionalmente proviene de fincas certificadas Rainforest Alliance
Al igual que sucede con los restantes productos agrícolas que se originan en fincas que lucen el sello de la ranita verde, los productores de banano comprometidos con la sostenibilidad tienen la posibilidad de participar en un mercado donde el negocio del banano es “un mejor negocio”. La certificación Rainforest Alliance eleva la eficiencia de las plantaciones y, con ello, se logra disminuir los costos de producción, también se mejora la administración de las fincas y se contribuye a una conseguir una mayor calidad del producto.
Como si lo anterior fuera poco, los propietarios de fincas certificadas reciben asistencia técnica y apoyo para su mercadeo, tambien tienen más acceso a compradores especializados, contratos de compra estables y opciones de crédito favorables. Y, por supuesto, el sello los acerca a ul creciente número de consumidores que buscan “etiquetas verdes” y que exigen productos de fincas administradas de forma sostenible.
Parece que sobran las razones para que en los bananos sigan ocupando un lugar de privilegio en su lista de compras. Eso sí, no olvide preferir aquellos que lucen el sello de la ranita verde!